7/10/13

Aquí Espero

Esperaré.
Esperaré a que llegue alguien que me sacuda todos estos miedos y los esconda bajo la cama.
Que pase algo que me haga borrar mi pasado y comenzar a escribir un nuevo cuento nuevo.
Esperaré a que todos mis sueños se materialicen y me den la oportunidad de fabricarme unos nuevos.
Que aprenda a ser feliz y esta vez sí me de cuenta.
Esperaré para escucharte hablar luego de un largo día. Para compartir contigo todo esto que he estado guardando.
Y no me importa seguir esperando.
¿Pero qué hago mientras tanto?
La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los tics, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Incluso en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera, pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita, pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura, como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error, pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­ ¡No me importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas.

TOC, Neil Hilborn

The Dreamers



"Todo comenzó en el 2007 cuando vi The Dreamers de Bernardo Bertolucci. A consideración de la crítica no fue una de sus mejores películas, teniendo El último tango en París, La luna y Belleza robada, como las más importantes del director italiano. Sin embargo, a mi juicio The Dreamers me pareció de lo más interesante, un retrato de jóvenes estudiantes en pleno Mayo del 68 adictos al cine, la relación incestuosa entre Isabelle (Eva Green) y Theo (Louis Garrel), y el triángulo aventurero de ambos junto al visitante americano Matthew (Micheal Pitt). Lo primordial de todo es que me sentí parte de ese espíritu sin estar en París y en plena revolución estudiantil. En algún momento llegamos a vivir nuestro propio cambio de valores, es decir, el de un nuevo mundo que se nos revela, tan semejante a lo que se representa en dicha película. Las nociones de la política, de la economía, de la sociedad, del amor, en algún momento bullen su propia lógica, y sin más ni más nos sentimos los amos del universo, así sea en Santo Domingo, en una calle peligrosa a medianoche, en la habita
ción de alguna amiga. Porque todo está en nuestros manos y no hay vacío existencial que nos afecte.